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Mi (loco) camino como emprendedora

Ha llegado el momento de sentarme y contaros la historia de cómo me he convertido en emprendedora y todo lo que he aprendido durante estos años.

El nacimiento de uep: el origen de todo.

Antes de darme de alta como autónoma, antes de pensarlo siquiera, decidí crear una página web con la que darme a conocer y empezar a ganarme un huequecito en el mundo del marketing.

Aquí me encontré mi primer obstáculo, mi propio nombre.

Si buscas en Google “Silvia Rubí”, en los primeros resultados aparece mi tocaya que es nada más y nada menos que una actriz porno mundialmente conocida. Menuda suerte la mía.

Ante esta situación, no me quedó más remedio que buscarme otro nombre y vivir siempre con los dedos cruzados para que ninguna empresa buscara mi nombre en Google.

Me decanté por “uep” porque es una expresión que se usa muchísimo en Mallorca y que contiene tantos significados como una le quiera dar. Yo lo uso sobretodo en modo saludo amistoso.

La decisión: rechazo un contrato indefinido y me lanzo al vacío

Al acabar el Máster de Marketing, empecé las prácticas en una agencia de publicidad en la que estuve casi 1 año.

Al finalizarlas, me ofrecieron un contrato indefinido por el que no me sentí lo suficientemente valorada como para aceptarlo. Así que lo rechacé y, muy a pesar de mi jefa cuya convicción de que me estaba equivocando me hizo dudar por momentos, salí por la puerta con mis dos ovarios sacando pecho.

Hecatombe: confinamiento y trabajos de mierda

Una semana después de rechazar el contrato, pasa lo que nadie pensó que pasaría. Llega un virus que para el mundo y nos obliga a quedarnos en casa durante meses. Por suerte me pilló en Mallorca, en un piso con vistas al mar y no en mi casa de Madrid con mi diminuto balcón.

Durante el confinamiento, le metí mucha caña a mi marca personal y empecé a colaborar con Publisuites escribiendo artículos durante muchas horas y por cuatro duros, sobretodo al principio.

El milagro: la llegada de LA OPORTUNIDAD

Fue durante esta época en la que apareció mi oportunidad, mi tren con dirección al emprendimiento. Llegó en forma de llamada, al otro lado, estaba Marcos Cortecero de Sepia Creativa.

Buscaba un perfil freelance para llevar redes sociales y había llegado hasta mí gracias a todo el curro que había hecho con mi marca personal. Aquí me di cuenta de la importancia que tiene.

En ese momento, ganaba lo suficiente como para costearme la tarifa plana de autónomo (60€/mes) así que le dije que sí, que me daba de alta y que empezábamos a trabajar.

2 años después, sigo colaborando con él y siempre le agradeceré la oportunidad que me dio. Si lees esto, Marcos, mil gracias.

A todo esto, antes de esa llamada, ya tenía en mi mente la idea de emprender, algo que lo veía cerca pero no taaaaaan cerca. Pero oye, mi tren pasó antes de lo previsto y no me lo pensé dos veces.   

Crecimiento: nuevos clientes y regreso a Madrid

Sabía perfectamente que con un colaborador no iba a llegar a ninguna parte, necesitaba más clientes, necesitaba más ingresos para poder mantenerme así que empezó la búsqueda.

Campañas de Google, campañas de Facebook y mucha actividad en LinkedIn hicieron que consiguiera una cartera de clientes aceptable para cubrir gastos y tener algo de beneficio.  

La normalidad parecía que se iba acercando así que decidimos volver a Madrid, mi pareja a su trabajo y yo a seguir luchando para conseguir más ingresos.

Consolidación: el privilegio de decir que no

Después de mucho curro, llegué a ese punto tan deseado que te otorga el “privilegio” de coger esos proyectos que realmente te llaman la atención y rechazar aquellos que no te llenan tanto.

Si os soy sincera, este momento fue para mí ese suspiro de aire que coges cuando sales del agua después de estar buceando un buen rato. Poder respirar de nuevo.

Igual pensaréis que soy una exagerada, pero no os podéis hacer una idea de los trabajos que tuve que aceptar, con 0 motivación, porque veía que no podía pagar la cuota ni los gastos.

Camino desconocido: ¿y ahora qué?

Marzo 2022, voy a cumplir mi tercer año como autónoma y a subir un nuevo escalón en la cuota y aquí sigo, con miedo pero con ganas, con muchas ganas de seguir creciendo y cumplir las nuevas metas que me he propuesto.

Aprendizajes

Buscarte las habichuelas tú misma y darte hostias durante el camino te hace aprender a la fuerza y si lo que he aprendido te ayuda si quieres emprender, yo ya me doy por satisfecha. Ahí van algunos aprendizajes:

  • Invierte tiempo en tu marca personal, nunca sabes por dónde llegará esa oportunidad que puede cambiarte la vida. Trabaja duro, sé siempre tú mismo/a y diviértete.
  • No tengas miedo a pedir ayuda. Cuando haya algo que no puedas hacerlo sola y que te esté absorbiendo el alma cual dementor, pide ayuda. El camino se hace más llevadero con alguien al lado.
  • Deja claro las condiciones de trabajo con los clientes. No todo el mundo es buena persona y querrán aprovecharse de ti, evítalo dejando por escrito todo: tareas, pagos y cláusulas en caso de cese de servicios. Tengo facturas sin cobrar y más de una persona se quería librar de pagar, cosa que podría haber evitado con un documento por escrito.  
  • Desconecta. Deja el móvil y dedícate tiempo a ti y a los tuyos. Sal a caminar, vete a la montaña y coge aire fresco. A mí se me hacía casi imposible teniéndolo todo en un mismo teléfono, así que cogí un nuevo número y móvil solo para el trabajo. De esta manera podía dejarlo los fines de semana en casa y desconectar 100%. Mi mente me lo pedía a gritos.

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